miércoles, 11 de febrero de 2009

Expectativas

Quiero ser feliz, quiero que me cuiden, que me mimen.
En realidad,me siento feliz, cuidada y mimada, pero tengo una presión en el pecho que no me deja casi respirar. ¿Será el amor que siento?, o que siento que no habrá amor.

Todo se complica, se complica todo.
Con lo fácil qué sería, sería fácil si no se pensara tanto, si no se meditara tanto y no se tuviese que tomar decisiones. O pensar y no tomarlas, quedarme como estoy.
Pero, ¿me sirve de algo? ¿será peor? ¿me dolerá más?...

***Enviado por una buscadora

lunes, 9 de febrero de 2009

Un email cualquiera

Hola mi amor:

Al final me vine caminando. Está a dos pasos y tengo mono de mis caminatas. He subido por López de Hoyos y me he ido directa al super. Finalmente, de postre tenemos fresas con nata.

En el super, cuando estaba en la caja, vino una señora que sin apuros e interrumpiendo el movimiento mecánico de la cajera de pasar los artículos por la lucecita roja, comenzó a parlotear con ella sin parar. Le solicitaba o, le exigía, que le devolviese el dinero de un paquete-creo que de arroz- porque le faltaban cincuenta céntimos para un medicamento de su hija.
- "Es que han subido el medicamento y me faltan cincuenta céntimos, hazme el favor y devuélveme esto". La señora ignoraba totalmente que la cajera estaba ocupada y que, a su vez, ésta le ignoraba a ella totalmente. Aún así, la señora seguía hablando sin parar, justificando su necesidad de rescatar sus cincuenta céntimos. En eso, que vio mis fresas y de repente le apetecieron fresas.

-"No están de oferta. ¿NO?
-"Sí, señora..."- le contesto.
- Hui! ¿Y a qué precio?
- Uno, cincuenta..
- Vaya ahora van y me ponen las fresas de oferta. Mira que son...

La cajera aparcó su silencio mecánico y contesto: " Nosotros cada día tenemos algo de oferta". Pensé, vaya ya se siente parte del supermercado. Uffff…

La señora se metió dentro del super mientras continuaba parloteando. Supongo que iba a comprobar por sí misma el precio de las fresas. No tardó mucho en volver para atacar nuevamente a la cajera, en busca de sus cincuenta céntimos.

Ya recogiendo mis dos bolsas y alejándome de la caja, me pareció oír a la señora decir: “A qué la niña se va a la mierda con su medicamento y compro las fresas”.

También he comprado sal de frutas y sal fina para tu cocina. Un bote mediano. Es que con tu salero no mido bien la cantidad a la hora de cocinar.

Y ya ves...Me entretengo contándote batallitas inútiles y no estoy a lo que tengo que estar.

Voy a ello. Un beso mi amor. Procura tener un buen día y reírte mucho, que yo busco algo para las arrugas.

Mi amor, mi amor, mi amor