viernes, 20 de febrero de 2009

Desaparecer

Que bien te sienta la ruptura porque estas más guapa’. Le miré fijamente y como respuesta le ofrecí una mueca. ‘No. No va a volver, yo no lo haría nunca’. Al recibir ese ¿consuelo? Me apeteció extender la mano hasta el dolor y darle tal guantazo que imaginaba lanzarlo por la barandilla. No lo hice. En su lugar miraba al de la solemne frase que hace una semana me aconsejaba follarme a otro. ‘Inténtalo si quieres, pero empieza a hacer tu vida’. Inmediatamente, los ojos se me empañaron y me negué rotundamente. Me fui a los diez minutos.

‘Tranquila….conmigo’. He hecho caso omiso a otros malditos consejos que he escuchado en estos días. Pero, ése no lo he podido eludir. ‘Tranquila…conmigo’.

Así que la mejor manera de luchar resulta que es estar tranquila con él. Y, para mí estar tranquila con él es desaparecer.

Culpa y rabia, culpa y rabia se alternan caprichosamente en mi mente. Culpa y rabia. Culpa, conmigo. Por flojear, por permitirlo, por permitírmelo. Rabia con él, por forzarme tanto tiempo hasta llegar a flojear, permitirlo, permitírmelo.

Otra frase que he escuchado en estos días y me taladra. ‘No importa cuánto tiempo te hayas esforzado, lo que importa son los últimos días’. Otra verdad como un templo.

‘Esto te hará aprender’. No, ya lo aprendí hace tiempo y es una lección que no me gusta. Que no me parece compasiva con la humanidad. A veces lo he expresado, con otras palabras, con otras reflexiones, muchas, poco entendibles. No importa tus esfuerzos, tu dedicación incondicional, tus desvelos, tu empeño. No importa el tiempo que inviertas con alguien o con algo. Veinte años y flojeas…lo jodes y no hay marcha atrás; Tres años y flojeas…lo jodes y no hay nuevos intentos; un año y medio y flojeas…lo jodes y no se puede enderezar. Esa es la lección: no importa lo que hagas, si al final, lo jodes, con eso te quedas, con una gran jodienda. Bonita lección.

‘Te hará más fuerte’. Y yo me pregunto ¿más fuerte para qué? Para cuando alguien se esfuerce y, a pesar de su empeño, no corresponderle o, peor, hacerlo cuando ya no tiene fuerza para ti. Para cuando alguien la joda, dar la vuelta y largarme. Para dejar de tener compasión, tolerancia, generosidad y comprensión. En fin, supongo que debe ser así. La fortaleza significa dar pasos acojonada, temerosa, con la firmeza de que te van a joder y que no tienes que permitirlo. Con la certeza de que lo van a joder y con la expectativa de que cuando lo hagan, tienes que tener la fuerza para mandar a la mierda todo y no dar más oportunidades. Porque eso, señores y señoras, es ser fuerte. Así que lección aprendida. Entonces, vamos a comenzar a caminar dándole la espalda a todo el que flojea porque está muy cansado de caminar y no sabe o no puede retomar el paso, porque ha corrido mucho y no tiene aliento.

Todas estas solemnes frases me las han expulsados hombres. Las mujeres son más positivas. Me pregunto: ¿Cómo sería Madrid si los hombres pensasen como las mujeres y viceversa?.

Últimamente, Madrid sin Amor está cargado de virus. Soy mujer, así que con aires positivos espero encontrar antídotos.

martes, 17 de febrero de 2009

Cien Globos Rojos

Tuve que dormir una hora más a la fuerza para despertarme con cien globos rojos dándome la bienvenida. La noche anterior, fue comprensivo, respetuoso, inteligente. Me solicitaba con cariño que no le mintiese, que le dejase de mentir. Y, cuando yo me ofuscaba con historias del pasado o con sus mentiras antiguas-otras realidades- él inventó un ritual para apartarlas. 4,58; 4,59… besos, besos. 4,58; 4,59 besos, besos… Esa noche me dijo que quería más, que quería mucho más. Al día siguiente, me despertaron cien globos rojos. Fue el gesto más romántico que me han ofrecido en la vida.

Era 14 de febrero y me regaló cien globos rojos. Ese día nos quisimos mucho, nos comprendimos, fuimos juntos, como una piña, políticamente incorrectos- con mucha razón-. Me cuido, me beso, me amo y me pidió olvidarnos del antes y comenzar el ahora. La noche anterior me solicitó que no le mintiese más, que le contase las cosas. Le dije que lo intentaría. Tuvimos muchos 4,58; 4,59…besos, besos…

El domingo fue perfecto. Estuvimos juntos y acompañados. Hablamos del significado y la diferencia del amor y el querer; de ser amante y ser amado. Él se describió como el amante y a mí, como la amada. Lo aceptó de buena gana y eso significaba mucho viniendo de él. Esa noche volvimos a su casa, mi casa, nuestra casa, juntos, en paz. Charlamos y me cuido mi resfriado. 4,58; 4,59..besos..besos…

Y al día siguiente lo estropee todo. Él no quiere explicaciones abstractas, sólo pide que no le mienta. Y le mentí. Curioso, con personas que no piden sinceridad, luzco una sinceridad cruel y alguien a quien amo, me lo suplica, y soy incapaz de darle sinceridad cruel. Le mentí. Sé por qué: no quería decirle que algo que leí me hizo escribir.

Hace tiempo, sucedió algo que forma parte de ese antes que quería que olvidase. Ese algo me hizo sufrir. Sufrí muchísimo. En el ahora, yo he hecho algo que le hace sufrir a él. Sufre muchísimo. Esto me parece mucho más doloroso que la amargura que yo sentí en ese antes. Hubiese preferido volver a ser yo la dolida. Esto me desgarra más todavía porque soy la culpable. Porque él lo hizo bien, se comprometió y lo hizo bien.

Y ahora yo no tengo nada que hacer. Lo que intentaré será aprender a no mentir, aunque muestre una cruel sinceridad. Y a ver si algún día tengo una oportunidad de hablar de lo aprendido.

Hoy he sido sinceramente cruel con un amigo que me quiere enamorar. Le he dicho que mi lagartija siempre será mi debilidad. Hubo una vez en ese antes que pensaba que siempre le echaría de menos. Hoy tengo el convencimiento de que siempre me arrepentiré de esa mentira.

Hoy he recogido unos documentos. Una de mis verdades. Le dije que le amo, que me parece más que querer, ya que implica deseo. Otra de mis verdades

Espero algún día poder hablar de Quiero Globos Rojos Segunda Parte

Cuando aprenda, le llamaré